Un experto advierte de la importancia de una gestión adecuada para combatir el aumento de plagas y enfermedades, especialmente en regiones con condiciones climáticas cálidas y secas
Las previsiones de siembra de maíz para la cosecha 2024/25 indican un crecimiento positivo de los cultivos. La Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) proyecta una producción total de 119,63 millones de toneladas, un 3,4% más que en la cosecha anterior. Aunque las estimaciones son alentadoras, los productores deben redoblar su atención al manejo de los cultivos, especialmente debido a la mayor incidencia de plagas y enfermedades que impactan directamente en la productividad y la calidad de la cosecha.
Bruno Arroyo, agrónomo y director de Marketing Estratégico de Agrobiológica Sustentabilidade, empresa perteneciente al holding Crop Care, comenta que, inicialmente, los productores deben fijarse en la ventana de siembra ideal. «Cada región tiene su propia ventana específica para la siembra del segundo cultivo. Si el productor sobrepasa esta ventana, dependiendo de las condiciones meteorológicas, podría perder el potencial productivo del cultivo. Cuando esto ocurre, es necesario buscar alternativas, como sembrar cultivos más rústicos como el sorgo, o invertir en prácticas de mejora del suelo con cultivos de cobertura, entre otras estrategias», explica.
En esta fase temprana de la siembra, Arroyo destaca también dos recursos que han dado buenos resultados en el cultivo del maíz: los solubilizadores de nutrientes y el inoculante Azospirillum brasilense. Estos productos pueden incorporarse al proceso de siembra para garantizar un buen desarrollo del cultivo, además de mejorar la capacidad de la planta para absorber los nutrientes disponibles aportados por el abono. El Bacillus aryabhattai también está ganando protagonismo en la creciente demanda de bioinsumos agrícolas, ya que es un microorganismo que hace que la planta sea más resistente al estrés hídrico. Y los cultivos de safrinha son muy susceptibles a estos fenómenos climáticos.
Según datos de Embrapa, más de 20 tipos de plagas causan daños importantes en los cultivos de maíz. Es importante señalar que las plagas se igualan en función de los grados-día, una medida que relaciona la temperatura del ambiente con el ciclo vital del insecto. En otras palabras, cuanto más cálido es el clima, más rápido se desarrolla este ciclo.
En este sentido, 2025 podría ser un año propicio para un aumento de las plagas, especialmente en la región Centro-Norte del país, debido a la suavidad del invierno y a las condiciones climáticas cálidas y secas. Estas condiciones favorecen el desarrollo acelerado de los insectos, creando un escenario de mayor riesgo para los cultivos.
Entre los principales retos a los que se enfrentan hoy en día los productores de maíz, Arroyo destaca la oruga cartucho (Spodoptera frugiperda) y la chicharrita del maíz (Dalbulus maidis).
«La oruga cartucho representa un grave problema para el cultivo del maíz. Varias tecnologías Bt utilizadas en los híbridos de maíz se han visto comprometidas debido a la fuerte presión selectiva causada por esta plaga. En este contexto, los bioinsecticidas desempeñan un papel clave. Uno en particular ha destacado en esta estrategia. El cultivador aplica el bioinsecticida, formulado a base de virus, a las plantas y, al ingerir las hojas tratadas, las orugas son controladas y eliminadas por el virus», comenta.
En cuanto a la chicharrita del maíz, explica que al tratarse de un insecto vector, no existen niveles de control para esta plaga. «Esto debería alertar a los cultivadores para que planifiquen su gestión de la chicharrita del maíz desde el inicio del cultivo, en torno al estado fenológico V3, y para que mantengan los cuidados hasta que la planta deposite la semilla», advierte. «Además del tizón, esta plaga ha provocado fumagina, una secreción que reduce los índices fotosintéticos de la planta y que, en fases más avanzadas, puede poner en peligro el llenado de las espigas y el desarrollo del grano», añade.
Las recomendaciones para controlar esta plaga incluyen: evitar el maíz «tiguera», que proporciona refugio a la chicharrita y facilita la reproducción del insecto; utilizar trampas amarillas para detectar la presencia del insecto en la zona; y utilizar una combinación de insecticidas biológicos y químicos para reducir la resistencia de la plaga y aumentar la eficacia del control, especialmente en plantaciones donde la incidencia de la chicharrita ya es muy alta.
«El hongo Isaria fumosorosea es actualmente el ingrediente activo más utilizado. Sin embargo, para una acción más asertiva de prevención y eliminación de la plaga, otros agentes combinados en las formulaciones, como metabolitos, esporas y estructuras ya preparadas del hongo en el producto, hacen que la aplicación sea más eficaz y ofrecen un control más rápido, lo que supone un diferencial para el productor», explica Arroyo.
Este tipo de tecnología de formulación diferenciada se denomina Bioshock y está presente en el producto Aptur, desarrollado en exclusiva por Agrobiológica Sustentabilidade. Según la empresa, ya se han tratado con esta tecnología alrededor de 1,5 millones de hectáreas sólo para el control de la chicharrita del maíz.
Acerca de Crop Care
Crop Care es un holding brasileño que opera en el mercado de insumos químicos, biológicos y fertilizantes especiales. Las empresas de Crop Care incluyen Agrobiológica Sustentabilidade, una plataforma innovadora de soluciones biológicas y para la explotación agrícola; Perterra y K2, que cuentan con una amplia cartera de productos agroquímicos pospatentados; Union Agro, uno de los líderes en fertilizantes especiales; y Cromo Química, especializada en la producción de coadyuvantes y potenciadores de alto rendimiento para la agricultura. A través de asociaciones con distribuidores y cooperativas, y del acceso directo a las empresas agrícolas, Crop Care está presente en las principales regiones productoras de América Latina. Para más información, visite la página web.
Información para la Prensa:
Gisele Gomes Comunica
Gisele Gomes | + 55 11 99103-0946